jueves, 16 de octubre de 2008

RODRIGO ÍMAZ ALARCÓN

“Imágenes del porvenir: diluvios y apocaliptos”


“Loada sea la pesadilla, que nos revela
que podemos crear el infierno.”
Borges



Este proyecto busca cuestionar la condición actual de nuestra civilización, asumiendo la idea de que el mundo se encuentra en una situación límite y que vivimos en una realidad abrumada por los excesos de las acciones humanas. El proyecto Imágenes del porvenir: diluvios y apocaliptos pretende cuestionar nuestra vida cotidiana, a través de analogías que contraponen los fenómenos naturales y los eventos antropogénicos.

Actualmente somos testigos de cómo nuestro entorno natural se enrarece, e incluso, desafía la supuesta apropiación que hemos ejercido sobre él: la lluvia se transforma en enormes tormentas, el clima cambia de tal forma que no sabemos si ponernos sandalias o abrigo, el mar arroja a las costas tsunamis descomunales en lugar de olas comunes, el cambio climático no es una especulación futurista sino una condición de nuestro presente… Vivimos en una época abrumada por el ser humano, por sus inventos y herramientas, por su necesidad de comodidad a costa de lo que sea, por la llamada “naturaleza humana.”

Parece que nada puede cambiar la naturaleza humana, sin embargo, parte de su propia naturaleza es intentar cambiarla.



Apocalipsis marino:

En este contexto de los diluvios y partiendo de la idea de que estamos actualmente en una situación límite: la lluvia pronto se convertirá en diluvio. Podemos pensar que las tormentas elevarán todo tipo de cosas por los cielos, que con el diluvio caerán animales terrestres y marinos, mundanos o bíblicos, inofensivos o amenazantes. En estas circunstancias nosotros seguiremos simulando que nada pasa, mostrando nuestra arrogante egolatría con la actitud de “a mi no me va a pasar” o “a mi no me afecta”. Seguiremos pretendiendo estar cobijados por nuestra tecnología: saldremos a la calle con nuestros paraguas mientas del cielo llueven piedras o pulpos, buscaremos protección dentro de nuestras casas de playa, mientras el mar arroja tsunamis y convierte nuestro hogar en parte de su fondo marino.
¿Tiene sentido protegerse de la lluvia cuando el agua nos ha cubierto ya el rostro?, ¿tiene sentido usar un paraguas que repele al agua si del cielo caerán criaturas marinas e incluso bíblicas?

Sin duda seguiremos simulando: seguiremos protegiéndonos de la lluvia aunque nos llueva de abajo para arriba, aunque la lluvia no sea de agua, aunque caiga lodo, diluvien pulpos o medusas, aunque llueva petróleo, aunque caigan los dioses… aunque se nos caiga el cielo encima.

Muy pronto el diluvio traerá un paisaje apocalíptico donde todo estará sumergido, estaremos condicionados a este nuevo medio dominado por otros. No tendremos aire que respirar o luz para ver las enormes criaturas que nos amenacen. Tendremos la sensación de ser minúsculos frente a la inmensidad marina y estaremos indefensos sin nuestras herramientas. Imaginemos cómo nos sentiremos cuando los diluvios traigan a estas criaturas junto a nosotros: a nuestras ciudades, a nuestras casas, a nuestras calles, a nuestras tierras. Seguramente estaremos aterrorizados por la presencia de nuestros nuevos vecinos. ¿Entenderemos entonces que somos vulnerables, que no somos tan poderosos?



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